Los símbolos patrios dan sentido de pertenencia, nos
identifican, nos unen en las diferencias. Usarlos y significarlos es parte de
construir una identidad, de formar parte de un territorio, un Estado, una
Nación.
El uso de la escarapela fue reconocido ya en febrero de
1812, por la necesidad de comenzar a distinguirse de un “otro” durante las
batallas que enfrentaban a criollos y españoles. Hoy es vital su revalorización
para reafirmar nuestro sentido de pertenencia a la Nación Argentina, como algo
que nos distingue pero a la vez nos unifica, algo que nos compromete a
fortalecer la búsqueda de un presente y un futuro que nos encuentre unidos en
los mismos colores.
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